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Los Vanegas: linaje y tradición musical,
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El papel de la familia como transmisora de una herencia cultural,
entendida ésta como la interiorización de «normas, usos, costumbres y valores
sociales»,1 es vital en la perpetuación de tradiciones. Si bien
existen otros ámbitos formativos para el ser humano tales como la escuela, el
espacio laboral, la calle, y los medios masivos de comunicación, es en la familia
donde se gesta al ser social; es decir, se da el tránsito de su naturaleza
biológica a su integración social. Dicho paso, del estado de naturaleza al
estado de cultura o de sociedad, está simbolizado por la unión matrimonial,
desde donde se proyecta la vida comunitaria.2
Ahí es donde a escala humana
se refleja toda la vida colectiva en forma condensada. En el ámbito familiar se
comprende lo que significan —para bien y para mal— todas las políticas
sociales, económicas y culturales llevadas a cabo en un país, en un continente
y en el mundo entero. Ahí es donde adquiere significado humano la realidad
social global.3
En este sentido, la música como tradición se integra a lo social
como un acto más asumido por el ser humano; por lo tanto, sus significados,
habilidades, y simbolismos también se adquieren desde temprana edad en el
espacio doméstico.
Cabe destacar
que en gran medida lo que conocemos como música tradicional (y las culturas
populares en general), se ha reproducido gracias al papel protagónico ejercido
por las familias al trasmitir todo ese bagaje material y simbólico que va
implícito en su actividad, otorgando un sentido de vida a sus miembros:
En México, la unidad familiar ha sido particularmente fuerte y
conservadora de las tradiciones, y la familia extensa (que incluye parientes
más lejanos que los del núcleo familiar) al grado de ofrecer más apoyo social y
estabilidad que los que proporciona el gobierno mismo. Este aspecto de la
sociedad mexicana se refleja en los grupos de marimba-orquesta, integrados por
combinaciones familiares.4
La tradición se va transmitiendo y
recibiendo con sus elementos conservadores por un lado y, por el otro, se actualiza con aquellos elementos
novedosos que resultan necesarios. Precisamente por su capacidad de reflejar el tiempo en el cual se inserta,
«a estos procesos debemos asomarnos para rastrear la evolución de las acciones
de la tradición e indagar en la evolución de sus contenidos».5 El
progreso viene siendo punto medular de la tradición, puesto que ésta se ve
constantemente enfrentada a retos, cambios y nuevas necesidades de adaptación
precisamente por estar inmersa en la historia.
Cualquier tradición, en este caso musical, vista en sí mismacomo
una estructura, como un fenómeno contenido en sí mismo, en términos bourdianos
como un campo,6 permite
ubicarla en el contexto de los campos que se destacan como primordiales, como
lo son el político, el económico y el cultural. De este espacio social en
particular, se observa que la tradición del subcampo bandístico encierra
elementos que la estructuran y a su vez potencia su influencia o estructuración
tanto al interior así como en ámbitos externos a ella. Goza de reglas del juego
que permite a sus agentes, con sus respectivos capitales y mediante luchas,
buscar una legitimación interna. A través de estrategias, la conservación o la
subversión al interior del campo generan una tensión que, para el caso de las
bandas, se verá reflejada en las prácticas que expondrán una diversidad en
grados de legitimación, incidiendo a su vez en una diferenciación social.
Lo que resalta es una fuerza no tan expuesta a primera
vista. Una fuerza que ha perpetuado la tradición más allá de los vaivenes
circunstanciales, oficiales y sociohistóricos. Es el cauce portentoso donde los
simbolismos y significados se concretizan, se imprimen en las subjetividades. Lo social corporalizado, el habitus bourdiano, encierra el secreto
de la reproducción cultural. Con su cualidad mediadora, concilia los andamiajes
sociales con las individualidades, explicando así las prácticas sociales. Este
marco analítico ofrece una objetividad dentro del mundo subjetivo en la medida
que es posible la percepción de coincidencias en modos de pensar y vivir entre
aquéllos que comparten condiciones sociales similares, introduciéndonos, por
ende, al fenómeno de la reproducción, la transmisibilidad posible dado el
contexto social y las trayectorias individuales. En consecuencia, se observa
que existe un habitus bandístico, es
decir, una forma de asumir y hacer corpórea y vivencial la práctica de este
tipo específico de agrupación musical. Precisamente es este simbolismo y
significado sonoro el que le imprime su singularidad según el marco histórico
en el cual se inserta, por lo cual su permanencia se ha garantizado,
dialécticamente, gracias a esa diversidad representacional que la ha
caracterizado y conformado al paso del tiempo. Estructura estructurada y
estructurante, el habitus conlleva
implícitamente el pulso vital que prodiga continuidad. Y la carga simbólica de
la cual recibe y da alimento, genera sentidos de identidad, de pertenencia; en
resumen, un sentido de vida que busca perpetuarse en la descendencia.
Esta vinculación con la unidad familiar y el parentesco,
desde donde se movilizan recursos de índole material y simbólico (habitus), se clarificó con la propuesta
de las genealogías sociales y las transmisiones patrimoniales dentro del
contexto del linaje, enarboladas por Daniel Bertaux.7 Los
testimoniales propios de la historia oral permiten observar esa movilidad que
se va dando en la transmisión generacional de un cierto capital —en este caso,
el cultural—; y si bien el habitus prepara
al individuo con herramientas y bagajes socio-culturales que le permiten
imbuirse en ese campo determinado, el proceso no es estático: su dinamismo se
concreta gracias al desplazamiento que resulta de tener todo un abanico de
posibilidades. Sin embargo, el fenómeno de la transmisión generacional siempre
se desarrolla dentro del marco de lo socialmente establecido según su tiempo y
espacio. Es decir, la sociedad, sus usos y costumbres; en otras palabras, su
cultura imperante afectará siempre las vidas individuales y sus
prácticas.
En consonancia con el modelo holográfico de Ginzburg,8 cada uno de los miembros del linaje fresnillense Vanegas refleja y reproduce el
mundo socio-cultural en el cual se inserta. La herencia patrilineal de los Vanegas, en cuyo caso abordamos cuatro
generaciones, es elocuente al mostrar la transmisión cultural que se da tanto a
nivel individual, así como colectivo, en este caso, de un patrimonio familiar
relacionado con la tradición de las bandas de música. Los informantes
protagónicos que conforman el linaje, en orden cronológico descendente, son:
Luis Vanegas Martínez, José María Vanegas Rocha, Francisco Vanegas García y
Francisco Vanegas Galaviz, (Paco).
Genealogías e historias de familia:
los Vanegas,
de Fresnillo, Zacatecas
Si yo hubiera sido bandido, a mis hijos les hubiera enseñado a
robar, pero con categoría y no que los agarraran con las manos en la masa. Ésa
es la conducta del cristiano, trasmitir los conocimientos en primer lugar como
padre de familia. Enseñarles a mis hijos lo que yo he podido saber, lo que yo
puedo llevar a un buen fin.9 Lo rotundo de estas
afirmaciones de José María Vanegas Rocha, informante octogenario que representa
la segunda generación del linaje, destaca de manera puntual la propuesta
teórica de las genealogías sociales de Daniel Bertaux y colaboradores. La
relevancia de este enfoque es que privilegia la observación de lazos y procesos
familiares que incentivan la movilización de recursos —que pueden ser de
índole relacional, cultural, económico y humano—, traduciéndose dicho fenómeno en trayectorias sociales para
los descendientes.
En las familias donde las tradiciones
y trayectorias son ampliamente determinadas por las redes de parentesco inter y
transgeneracionales, el abordaje de las genealogías e historias de familia
resulta necesario para su análisis objetivo.10 Bertaux clarifica en
gran medida esta necesidad de enfatizar el análisis sobre ciertos individuos
más que otros dentro de una genealogía. Si bien por medio de ésta se hace
posible una visión amplia y panorámica de las redes familiares y las
trayectorias que se perfilan desde ellas, el conocimiento de las motivaciones
subjetivas y significados individuales llenan vacíos que muchas veces no son
posibles de explicarse a nivel general.
De esta manera, otro enfoque
metodológico, el de historias de familias, abona la profundización e interpretación de procesos relevantes que pautan
directrices en los individuos, con todo su espectro subjetivo que se traducen
en hechos con significados:
Las historias de familias
hacen mucho más que dejar ver lo que se esconde tras el origen social de un
individuo. Nos ayudan a desplazar la mirada, a concentrar la atención no sólo
en los individuos y sus trayectorias, sino en las relaciones entre padres e hijos (por lo general entre ascendientes,
colaterales y descendientes). Los procesos de socialización se organizan
—nos parece— alrededor de transmisiones de todo tipo: modelos de conductas y de actitudes, de valores y prohibiciones,
de recursos lingüísticos, perceptivos, cognitivos, escolares, comunicacionales,
afectivos y, en fin, de recursos económicos y patrimoniales.11 A
un año del estallamiento de la Revolución Mexicana, y con un padre ya entrado
en años, José María llegó al mundo cobijado por la tradición. Gracias a su
memoria vívida, se acercó a las modas sonoras representativas de su
tiempo, comenzando con el furor del jazz hasta culminar con las orquestas populares de gran formato y las big bands. A raíz del cambio en el
horizonte cultural posrevolucionario, José María esgrimió luchas audibles
contra el declive oficial bandístico. Huelga decir que a lo largo de su relato
de vida, la queja sobre la incomprensión del gobierno local para el fomento de
esta tradición fue una constante. Tampoco sería correcto generalizar esta
situación; sin embargo, contra viento y marea, José María
preservó los estrépitos sonoros. En conjunción con la apertura de su escuela
Santa Cecilia, la reproducción cultural quedó asegurada para su propio linaje y
la sociedad fresnillense. Por más de cuarenta años, el vasto semillero de
destacados músicos fresnillenses cuyas trayectorias rebasan ámbitos locales y nacionales,
recibió la savia musical de la tan evocada batuta de José María.
La voluntad se necesita siempre para aprender. El secreto es la
voluntad, esas dos palabras —sí o no—. Ése es el punto básico para
todo. En la rama de la cultura, nos traen una sinfónica de otro lado a
presumir; eso no es cultura. La cultura es lo que se cultiva aquí mismo, de lo
que sea, en el área que sea. A eso se deberían enfocar. Los ricos aquí no
vienen, ¿Qué no ves que siempre buscan la manera de ser licenciados o diputados?
Los que vienen a la banda son más modestos. Ayer terminé de hacer en popurrí
las canciones «Cuatro milpas» y «Hace un año». ¿Para qué prendes tu aparatito,
si nomás estamos platicando?12
En
esa dialéctica entre la estructura (la tradición) y las decisiones individuales
(el mundo de posibilidades elegibles), Daniel Bertaux alude a una fuerza del llamado, donde, para el caso
que nos ocupa, es la tradición la que en un momento dado captó a un seguidor, a un
descendiente. Bertaux los nombra también espacios
de libertad bajo coacción.13 Francisco, nuestro informante de la tercera generación, actualmente
director de la Banda Sinfónica Juvenil fresnillense, heredó de José María la
batuta de la banda por la sencilla razón de que es el hijo quien, en forma
circunstancial, se fue inmiscuyendo en todos los asuntos inherentes al puesto
directivo: la continua gestión con las autoridades municipales, la organización
de la banda, el cumplimiento de
sus compromisos locales, las giras y la escuela de música, con su complejidad organizativa.
Al preguntársele por qué razón asumió la dirección y no sus otros hermanos,
Francisco respondió:
La razón es que siempre me quedaba para esperar a mi papá, la
mayoría de los días; me traía él como su bastón [risas] porque mi papá perdió
su pierna muy joven y él mismo se hizo su prótesis. Y cuando terminaba los
ensayos, yo recuerdo, empecé a estar ahí con él, se ensayaba a un costado de lo
que es el ex templo de la Concepción. Ahí estaba el estudio de la banda, lo que
es ahora el nuevo edificio de la Presidencia. Y siempre me venía yo con él y me
empezó poco a poco a confiarme por ejemplo los desfiles ya cuando yo tocaba.14
Francisco,
en la construcción de su propia trayectoria se ha colocado al frente de una
asociación de bandas a nivel nacional, jugando un papel muy activo en la
organización, apoyado por CONACULTA a través del Sistema Nacional de Fomento
Musical: un hecho fundamental que ha propiciado la creación de una red de apoyo
caracterizada por sustentar cursos, festivales, intercambios y retroalimentación
de información pertinente, partituras de obras musicales locales y regionales.
Los creadores contemporáneos están aprovechando los foros para dar a conocer
sus composiciones, arregladas o creadas ex
profeso para este tipo de agrupación.
Nosotros estamos acudiendo a cerca de 25 eventos nacionales. Este
año ya estuvimos en el 8º nacional de bandas en Colima. Para esto yo estuve en
Colima dirigiendo la banda del Estado en diciembre, y ahora que fuimos al
evento de las bandas, dirigí en ensamble la banda de los jóvenes, la Banda
Sinfónica Juvenil. Estuvimos por allá seis bandas. Después estuvimos en
Torreón, fuimos al centenario de Torreón ahora en marzo. Ahí estuvimos 10
bandas, o algo así. Estuvimos en el 5º nacional de Charcas; acabamos de estar
este fin de semana en Querétaro en el 2º nacional. Por ejemplo en Querétaro se
estrenaron dos obras, de autores de ahí mismo […]. Lo que te quiero dar a
entender es que se toca la música de esos lugares. Aquí en Torreón se tocó por
primera ocasión una obra que se llama Cien Años, precisamente de Arturo
Márquez, que es hoy por hoy uno de los compositores más reconocidos. Fue el
estreno mundial de esa obra. Ya [su] «Danzón Número Dos» lo acaba de sacar ya
con arreglo para banda […]. Aparte de eso, hubo otro arreglista que se ha
llevado dos premios nacionales por sus arreglos, que es un joven clarinetista,
toca en la banda de Marina, se llama Hugo Maldonado Gudiño, acaba también de
estar en Querétaro […].
Esto es muy interesante porque a raíz de que nosotros
hicimos nuestro primer encuentro aquí en Fresnillo, se está generalizando en
todo México, a tal grado que ya hay algunos lugares que ya son internacionales,
Chihuahua, nada menos […]. Entonces somos los pioneros y estamos haciendo olas.15
Lo
que distingue la trayectoria de Francisco de las primeras dos generaciones es
que su profesión de músico es de tiempo completo, compartiendo sus actividades
de director con la enseñanza de la música en el nivel medio superior, además de
grupos musicales de índole comercial, y su cargo mismo de presidente de la
Asociación de Directores de Bandas Juveniles. También ha tenido que entrar al
ring de luchas extra-campales con las autoridades.16 Sin embargo, a
diferencia de José María, dada su interacción con directores de otras partes
del estado y del país, inclusive con directores extranjeros, él ha podido
contextualizar las problemáticas a la luz de un análisis comparativo empírico,
desde una perspectiva global. Mínimamente dicha socialización ha servido como
tribuna catártica, pero su importancia y aportación definitiva estriba en que
ha propiciado una toma de consciencia sobre el rol del director, implicando,
por lo tanto, una ampliación del horizonte de posibilidades, tanto personales
como para la tradición en lo general. Esta situación lo ha hecho muy conciente
de la necesidad de contar con acreditación académica.
Otra inquietud es que se tomara en cuenta, el trabajo de los
muchachos de la banda, académica y curricularmente, cuando menos en las
instituciones y escuelas musicales correspondientes. Por ejemplo, un muchacho
que estuvo en la banda por decir cinco años, en el Conservatorio Nacional o en
alguna institución no le reconocen su preparación y estudios. No sé si eso haya
cambiado, pero tengo entendido que así sigue. Y también para los mismos
maestros que estamos a cargo, que contemos con papeles que nos sirvan para
avalar nuestra preparación y seguir ascendiendo en nuestros trabajos. Eso sería
muy estimulante para continuar desarrollando este tipo de trabajo. Si hay
alguien realmente interesado en la cultura artística, que se ponga a mover los
hilitos, los mismos futuros artistas responderán.17
Dentro de un linaje patrilineal también resulta de gran ayuda el
tomar en cuenta el papel asumido por el género femenino. Durante este periodo
generacional, las mujeres también se apropiaron del compromiso musical
bandístico; fue posible observar reacciones diversas entre madres de familia en
torno al quehacer musical en función de su habitus de origen. La esposa de Francisco, María Elena, en su relato permitió un
acercamiento al papel fundamental de la madre en la reproducción de la
tradición. La juventud de ambos se insertó en un proceso socio-histórico que
ostentaba sus parámetros, favoreciendo estereotipos de lo que implicaba ser una digna mujer mexicana. Si la
Revolución Mexicana se erigió como un parte aguas para una participación femenina
más rotunda en ámbitos laborales/sociales antes prohibidos, su horizonte de
posibilidades continuaría difuso, perdiéndose las más de las veces en los
discursos.
Primero mi papá les empezó a enseñar guitarra a los dos, es uno
mayor que yo, y otro menor que yo. Los dos aprendieron con él a tocar guitarra
y luego muy jovencitos, tendrían 14, 16 años cuando hicieron un grupo, «La
fuerza del poder», que no tenían baterista y él [Francisco, su esposo] era mi
novio y pues les ayudaba. Él ya era mi novio, yo tenía como 13 años [risas]. Y
fue cuando empezaron mis hermanos. Estaba formado por la guitarra, el bajo, el
piano y la batería. Mi expectativa mía siempre fue ser cantante de un grupo,
pero como ya era mi novio, ya no me dejó, entonces ya no pude entrar yo
[risas]. Ésa era la idea de que yo entrara cantando. Siempre me ha gustado la
música, canto, baile, todo eso.18
Existe una foto donde las chicas, alumnas de José María, posan
con trompetas, trombones, saxofones, guitarra, contrabajo y batería. Adiós a la
fineza de las mandolinas, arpa, salterios, violines. La influencia del jazz y las big bands, también de raigambre popular (además emparentadas con
las bandas) eran palpables. Modernidad y tradición nuevamente desdibujaron la
quimérica línea divisoria entre los ideales que sólo en apariencia se
oponen. Las memorias de la señora
María Elisa Zavala, integrante de la orquesta (años sesentas del siglo XX) y
que posteriormente ingresó a la banda están impregnadas de ese vigor juvenil,
de sorpresa y aventura que significaron esta etapa de su vida. Categorías como
violencia simbólica se hacen presentes en los testimonios de quienes
transgredieron el imaginario altamente masculinizado de las bandas militares.
Éramos seis hermanas. De niñas
íbamos al catecismo y posteriormente fuimos nosotras quienes lo impartíamos. En
aquel entonces no nos fomentaban mucho la idea del estudio porque –si nos
íbamos a casar- pues para qué hacerlo. Nuestros padres eran campesinos y
estábamos criadas en un círculo muy pequeño de donde no nos debíamos salir […].
De donde recibíamos las burlas
era de los muchachos. Me acuerdo de una vez que estrenamos uniforme en la banda
e íbamos Cira y yo rumbo al quiosco y nos encontramos a dos muchachos, de esos
diablos que hay en todas partes:
—Disculpen,
¿de qué restorán es ese uniforme?
—Del
tuyo —le contestó Cira—.
¿No te acuerdas que tu mamá está de mesera?19
El testimonio de Paco, quien representa la cuarta
generación, permite explorar más de cerca aquello que Bertaux propone como una «perspectiva
familista» del estatus social, donde el campo de lo posible,20 despliega el horizonte de las estrategias de acumulación, que no son otra cosa
más que la trayectoria profesional que se cristaliza en el agente según su habitus y su capacidad creativa de
innovación.
Desde hace algunos años nos
hemos esforzado para reconstruir y desarrollar una perspectiva «familista»
sobre las cuestiones de la estratificación y movilidad social. Por eso
concebimos el estatus social como un
atributo de los grupos familiares y no de los individuos tomados aisladamente;
los grupos tienen un estatus profesional,
que no es la misma cosa. Esta idea del estatus social como atributo familiar
conduce a la noción de trayectorias
sociales familiares consideradas como una sucesión de los estatus sociales
de una familia (el hecho de que una familia considerada a lo largo sea una
unidad que se divide y recompone en cada generación no cancela la idea de su
continuidad; al contrario, la vuelve más interesante y compleja).21
Las palabras de Paco («nací con eso, ahora sí que como dice mi padre, ya va incluido. La
forma de seguir avanzando ya es de cada uno. No se trata de que "ay tú
eres hijo de músico"; no, no, hay que chingarle también»), guardan una
relación directa con la propuesta teórica de Bertaux donde los padres aportan
las bases de un estatus social que, siendo característica de las redes
familiares, cada individuo va
construyendo en forma dinámica.22
Las redes de parentesco y los círculos de amistades se
expusieron como elementos primordiales para la tradición a través del
testimonio de Paco. Una constante fueron precisamente sus relaciones: con la
familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con la música y consigo
mismo. En gran medida, su sentido de vida se alimenta de la calidad
comunicacional con su entorno y quienes lo rodean.
Comentarios finales
Lo
pertinente es destacar que las representaciones, los significados y
subjetividades propios de la historia cultural se enriquecen en profundidad
analítica al amparo de la historia oral, con las herramientas
teorico-metodológicas propicias. Una objetivación de la subjetividad
difícilmente podría darse con las fuentes de una historia tradicional de
estirpe positivista, que desdeñaba las clases subalternas y sus relatos por
considerarlos depositarios de tradiciones orales.
Esa cualidad de convocatoria que caracteriza a la música de
las bandas, en este caso particular se erige en pieza clave para la
preservación de una tradición. El encuentro lúdico y fraternal entre sus
integrantes determina permanencias e impulsa cambios. Esta vigorosa dualidad se
ejemplifica en las trayectorias de vida de los informantes, para quienes la
tradición bandística sirvió de trampolín en pos de otros asideros. Sin embargo,
cuando les resulta necesario y las posibilidades lo permiten, su oasis
primigenio les recuerda el lugar que siempre tendrán a su disposición. Lugar resguardado, al interior de un
linaje que, hablando en términos sociológicos, aventuramos constituye una
estructura en sí, de origen, inserta en otra, la de la tradición, que a su vez
se encuentra rodeada de otros círculos concéntricos más amplios, dándose una
bi-direccionalidad que, constatándolo con los protagonistas, forman esa
tensión, una dialéctica entre los esfuerzos individuales y las fuerzas de orden
social.
Notas
1. Ruiz Ordóñez, Cristina, «El papel de la
familia en la transmisión sociocultural y de la salud mental» en Nómadas, enero-junio 009, [en línea],
<http://www.ucm.es/info/nomadas/9/crordonez.htm>,
[Consulta: abril de 2007], p.1.
2. Zalpa Ramírez, Genaro, «Comer, beber y acompañar»,
en Zalpa Ramírez, Genaro y Terán, Mariana (compiladores), La trama y la urdimbre. Ensayos de Historia
Cultural, Universidad Autónoma de Zacatecas, Zacatecas 2005, p. 148.
3. Leñero, L., «La sociología aplicada a la realidad
familiar mexicana a fines de siglo» en Reflexión sociológica finisecular IZTAPALAPA
Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, año 19, No. 47, 1999, p. 166.
4. Carreón, Max Johe, La marimba,
[en línea],
<http://www.conservatorianos.com.mx/web/Conservatorianos8para web/carreon8.pdf>, [Consulta: mayo de 2007].
5. Herrejón Peredo, Carlos, «Tradición. Esbozo de algunos
conceptos», en Relaciones, Número 59, Colegio de Michoacán, Zamora 1994, p. 141.
6. Bourdieu, Pierre, citado en Vizcarra, Fernando, «Premisas
y conceptos básicos en la sociología de Pierre Bourdieu», en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, Época II, Vol. VIII, No. 16,
Universidad de Colima, México 2002.
7. Los
antecedentes más inmediatos sobre el abordaje de genealogías sociales se dieron
en 1978 en la Universidad Laval, en la ciudad de Quebec, QC, Canadá. Bertaux ,D., «Genealogías Sociales
Comentadas y Comparadas», en Estudios sobre las
Culturas Contemporáneas, Vol. VI, No. 16-17, Universidad de Colima, México 1994, p
335.
8. Hacemos alusión a Ginzburg, Carlos, El queso y los gusanos (Muchnik editores, 3ª edición, México 1994), cuyo
protagonista, el molinero friulano Domenico Scandella, mejor conocido como Menocchio, enarbola la propuesta del
enfoque holográfico del autor, en la cual todo ser humano reproduce en sí la
cultura en la cual se inserta. 11. Bertaux,
D., y Bertaux, I., «El
Patrimonio y su Linaje: transmisiones y movilidad social en cinco generaciones» en Estudios sobre las Culturas
Contemporáneas, Vol. VI, No. 18, Universidad de Colima, México 1994, p.
28.
13. Bertaux,
D., y Bertaux, I., Op. Cit., p. 42. 16. Luchas
de las cuales en su mayoría me he enterado casualmente, más que a través de las
entrevistas.
20. Bertaux,
D., y Bertaux, I., Op. Cit., p. 36.
21. Íbid, p. 27.
22. Ibid.
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